domingo, 24 de abril de 2016

La elección de la población de estudio en los ensayos clínicos: el ejemplo del alendronato.

Un reciente paper publicado en Calcified Tissues International ha puesto de manifiesto el problema de la elección de la población de estudio a la hora de poner en marcha un ensayo clínico.
Como sabéis todo ensayo clínico debe tener al menos dos grupos de estudio, uno que actuará como control y otro que actuará como grupo tratamiento. En el caso del alendronato, un fármaco que se utiliza para tratar la baja masa ósea (por ejemplo en casos de osteoporosis), el ensayo clínico podría tener un grupo control (tratado con otro fármaco distinto) y un grupo tratamiento en el que se utilizara el alendronato. Si seguimos a los participantes durante un tiempo y medimos la variación de la masa ósea desde el inicio del ensayo al final podremos saber si el fármaco funciona mejor o peor (o similar) al que estamos probando en el grupo control. Hasta la fecha los ensayos que se han puesto en marcha con alendronato indican que es un fármaco que funciona razonablemente bien. Sin embargo, en este diseño hay una cuestión que no hemos tenido en cuenta ¿Cuáles deben ser las características de las personas que participan en el estudio? Ahí surge el problema. Se puede montar el ensayo utilizando una población de estudio que sea muy diferente de la que va a utilizar después el fármaco en la vida real, en un ejemplo radical, supongamos que decidimos montar el ensayo con jóvenes de 25 a 30 años mientras que este fármaco está previsto que sea usado por adultos con edades superiores (generalmente) a los 50-55 años (cuando la masa ósea empieza a decaer). De esa forma, tienes bastantes posibilidades de que el ensayo clínico sea exitoso, esa población elegida probablemente (debido a su juventud) responda de manera más efectiva al fármaco.
Ahora pensar que se pueden elegir las poblaciones de estudio de nuestros ensayos con matices más sutiles, no con diferencias de edades tan radicales. Eso es lo que han puesto de manifiesto Reyes y colaboradores , y es que ellos han visto que los pacientes españoles o daneses que inician el tratamiento oral con alendronato tienen un perfil que no coincide con los incluidos en el ensayo clínico Fracture Intervention Trial (FIT) el primer ensayo clínico aleatorizado sobre la utilidad del alendronato. En la práctica solamente el 50% de los pacientes que toman este fármaco coinciden en características con los que fueron incluidos en el ensayo FIT y son, por tanto, en los que se sabe a ciencia cierta que el fármaco tiene una utilidad.
Un problema importante (al que hacía referencia anteriormente de manera muy exagerada) es que los pacientes ancianos son frecuentemente excluidos de los ensayos clínicos. Una revisión publicada en 2011 indicó que la mayoría de los ensayos clínicos excluyen a la población anciana ya sea de manera directa (exclusión por edad) o por la presencia de comorbilidades. La cuestión es que en el fármaco que nos atañe la población diana suele tener más de 80 años de edad (población diana para el tratamiento con bifosfonato) que es donde realmente se produce un aumento elevado del riesgo de fractura (por diferentes razones).

Lo que se pone de manifiesto es que la población final que se utilice en el estudio tiene que ser lo más semejante posible a la que sea diana del tratamiento de forma que se pueda predecir el efecto del mismo con la suficiente evidencia. En la práctica cuando esto no ocurre la validez externa del ensayo queda cuestionada. 

lunes, 18 de abril de 2016

Empezando con Pubmed Commons

Escribo sobre mi primera aportación a Pubmed Commons, la herramienta de Pubmed para poder compartir información sobre las publicaciones que aparecen en Pubmed. 

Según yo lo veo cuando se detectaran errores o se quisieran hacer comentarios o, solicitar información adicional sobre los datos publicados en un paper, el camino debería ser a través de una carta al editor. El problema viene cuando las revistas amparándose en el criterio de “recibimos muchas cartas y no podemos publicarlas todas” deciden no publicar la correspondencia recibida aunque pudiera afectar a las conclusiones alcanzadas en un paper. Ese caso ya ha sido reflejado en este blogen otra entrada en la que hacía referencia al paper de Evans y colaboradores publicado en la prestigiosa J Bone Miner Res. En ese caso, el editor decidió rechazar el comentario que hicimos a la publicación y nos argumentaba que seria conveniente que se lo hiciéramos llegar directamente a los autores.

En mi opinión eso tergiversa el fundamento propio del método científico que no es otro que la publicidad de los datos y la discusión derivada de ella. Así que he elaborado el comentario pertinente y he empezado a utilizar la herramienta Pubmed Commons, a la que a partir de ahora, remitiré todas las cartas que no sean aceptadas por las revistas correspondientes. Ahora mismo, el comentario remitido figura como “Selected recent comments” y fue enviado hace 3 días. Se puede consultar en este enlace. 



El comentario como tal puede consultarse aqui

En general la utilidad me parece interesante porque cada vez que consultas el artículo aparece ligado al comentario, y antes incluso del título ya te avisa de que ese artículo en particular tiene un comentario de algún autor.